domingo, 15 de marzo de 2009

Incendio del túnel transalpino del Mont-Blanc
















El 24 de marzo de 1999, un camión frigorífico belga que transportaba harina y margarina se incendió hacia las 11 de la mañana prácticamente en medio del túnel, de 11,6 kilómetros de longitud. Según uno de los expertos, si todo hubiese funcionado como debía «es probable que no habría habido que lamentar ninguna víctima». Pero lo que pudo quedar en un pequeño incidente se convirtió en un infierno, con temperaturas que alcanzaron los mil grados centígrados, en el que quedaron atrapados 24 camiones, nueve automóviles, una moto y dos vehículos de socorro, y costó la vida a 39 personas.
Prácticamente todo que podía salir mal salió mal. Gilbert Degrave, el camionero belga, asegura que no se dio cuenta del incendio hasta que los automovilistas con los que se cruzaban empezaron a darle luces. Tampoco aparcó en los espacios destinados a tal fin en los costados del túnel, cada 600 metros, sino que se detuvo en medio de la calzada y cuando vio que no podía hacer nada, echó a correr en dirección a Italia.
Los expertos sostienen que en este tipo de incidentes los 10 primeros minutos son decisivos y lo más grave, probablemente, es que los dispositivos de seguridad y socorro fracasaron, uno tras otro, con una trágica unanimidad: retraso en dar la alarma y en prohibir la entrada de nuevos vehículos en el túnel, medios insuficientes de lucha contra el fuego y falta de conocimientos para servirse de ellos, tardanza en alertar a los bomberos, equipos de radio averiados... La lista es casi interminable.
A todo esto hay que añadir un error fatal cometido por el responsable italiano del sistema de extracción y ventilación: en lugar de activar la función de aspiración del humo activó al máximo la función contraria, una ventilación que atizó el fuego y empujó el humo hacia los socorristas franceses.
Los sistemas de ventilación se revelaron obsoletos, en parte averiados y no coordinados entre el lado francés y el italiano

sábado, 14 de marzo de 2009

Terremoto en Bam, Irán

















El sismo tuvo una magnitud de 6.5 en la
escala de Richter
Ocurrió a las 05:26 hrs del Viernes 26
de diciembre de 2003 cuando toda la gente
estaba durmiendo
Tuvo una duración de 20 segundos en su fase
más intensa
Se produjo por la ruptura de una falla
lateral
Se localizó en 29.01°N – 58.29 °E, cerca
de Bam a una profundidad de 8 km
Produjo numerosas réplicas hasta de M=5.1
El movimiento del terreno alcanzó una
aceleración de 0.98g y produjo desplazamientos
de cerca de 35 cm
200’000 personas fueron afectadas por el temblor
90’000 personas vivían en Bam y 15’000 en Baravat al
ocurrir el temblor
30’000 muertos
30’000 heridos, 10’000 fuera de Bam
10’000 afectados en 20 poblados aledaños
25’000 personas han abandonado Bam
85% de la contrucción de Bam fue destruida o afectada
25’000 construcciones (viviendas, escuelas hospitales,
etc) deben ser reconstruidas
95% de la infraestructura de salud fue destruida o
afectada
23 escuelas fueron destruidas y otro tanto fueron
seriamente afectadas
La ciudadela Arg-e Bam fue prácticamente destruida

miércoles, 4 de marzo de 2009

Accidente del camping de Los Alfaques







Los Alfaques es un camping de playa situado en el municipio de Alcanar, comarca del Montsià en Tarragona, a solo 3 km del núcleo urbano de San Carlos de la Rápita, donde el 11 de julio de 1978 tuvo lugar un gravísimo accidente por la explosión de un camión cisterna que transportaba propileno licuado. El resultado fue de 243 fallecidos, más de 300 heridos graves, y la destrucción de la mayor parte del camping.
El 11 de julio de 1978 un camión cisterna cargado con 25 t de propileno licuado salió desde Tarragona de la refinería Enpetrol, y se dirigió hacia el sur por la actual N-340, hacía Alicante. La cisterna tenía una capacidad aproximada de 45 y la cantidad cargada era de unas 25t cuando la máxima cantidad permitida era de 19,35t a una presión de 8 bar (unas 8 Atm). Además, la cisterna, fabricada en acero al carbono, no disponía de ningún sistema de alivio de presión.
Probablemente para ahorrarse el paso por el peaje, que el conductor del camión cisterna Francisco Ibernón habría tenido que pagar de su propio bolsillo, decidió conducir por la N-340 en dirección sur. Después de recorrer 102 kilómetros -en el kilómetro 159,5- a las 14:35, al pasar por delante del camping "Los Alfaques", ocurrió la catástrofe. En ese momento, el camping tenía registradas unas 800 personas, y se estima que entre 300 y 400 se encontraban dentro del radio de la explosión, calculada entre 0,5 y 1 km, la cual mató instantáneamente a 158 personas.
En la investigación subsiguiente, se demostró que el camión cisterna estaba sobrecargado, ya que llevaba unas 25t en vez de las 19t máximas reglamentarias. A consecuencia del exceso de presión, el tanque de acero reventó, expulsando el gas licuado al exterior, produciéndose la consiguiente ignición y explosión del mismo.
La bola de fuego resultante cubrió en un instante la mayor parte del campamento, afectando la plaza al sur de la calle, y a muchos de los veraneantes que estaban allí. Además, las altas temperaturas, de más de 2000ºC (similar a la temperatura en la superficie del sol), hicieron que la gran cantidad de bombonas de gas que había en el propio campamento se inflamaran, sumándose al fuego de la explosión. El conductor del camión y aproximadamente 157 veraneantes murieron, ya inmediatamente, ya antes de ser atendidos en un hospital. Tan alta fue la temperatura que hasta hizo hervir el agua de la orilla, hacia donde esa gente huía.
Si la explosión se hubiese producido pocos minutos antes, las consecuencias hubiesen sido desproporcionadas, ya que la carretera N-340 pasaba por el centro de San Carlos de la Rápita, que en esa época del año podía tener unas 20.000 personas, entre residentes y veraneantes. Se calcula que la explosión se produjo justo un minuto después de abandonar el núcleo urbano, donde además las bombonas eran más de las que pudo haber en el cámping y la explosión hubiese sido mayor y más devastadora.
El análisis del accidente ha determinado tres posibles causas:
El sobrellenado del tanque causó la ruptura hidráulica de la cisterna, con la consecuente evaporación y expansión del gas licuado, dando lugar a una explosión de tipo BLEVE. Ésta fue la causa oficial según el tribunal de Tarragona.
Una fuga en la cisterna produjo una nube inflamable de propileno que se incendió al encontrar un punto de ignición. El calor del incendio produjo el calentamiento del interior del tanque, provocando un aumento de la presión interna al evaporarse el propileno, lo que produjo igualmente una BLEVE.
El camión sufrió un accidente de tráfico con fuga de propileno que se incendió, dando lugar a una súbita bola de fuego.
Muchas de las personas fueron trasladadas a los hospitales cercanos. Muchos fueron enviados a la unidad de quemados del Hospital La Fe de Valencia, especialista en cuidados a quemados.
Los periódicos divulgaron que la tragedia duró aproximadamente 45 minutos, desde la explosión a la llegada de las primeras fuerzas de rescate al lugar del accidente. Mientras tanto los veraneantes y una gran cantidad de residentes locales, de La Rápita, ya trasladaban los afectados a centros médicos en sus propios coches o en sus autocaravanas. Las ambulancias y otras fuerzas de emergencia fueron llegando gradualmente al lugar. La Guardia Civil y las fuerzas armadas escudriñaron el camping arrasado buscando sobrevivientes.
Los heridos fueron transportados a los hospitales de Barcelona y Madrid así como en la clínica especial La Fe de Valencia. Durante los días y semanas posteriores fallecieron otros 70 veraneantes debido a la gravedad de sus quemaduras. En total murieron 217 personas, entre ellos muchos turistas alemanes así como franceses y belgas. Además, más de 300 personas sufrieron graves quemaduras, y todavía hoy padecen sus consecuencias.
Con el accidente dos terceras partes del camping sobre una superficie de 700 x 450 metros fueron destruidos, aunque la parte norte del recinto permaneció casi intacta. La discoteca que había enfrente del cámping quedó completamente destruida por la fuerza de la onda expansiva, dándose la casualidad que la família propietaria estaba dentro limpiándola. Allí murieron 4 adultos y dos menores, los únicos muertos que eran de Sant Carles de la Rápita, junto a un obrero que realizaba obras en un chalet cercano a la zona. La parte posterior del tanque de combustible se desplazó 300 metros empotrándose en un edificio.
La gravedad de las quemaduras hizo muy difícil la identificación de los fallecidos. Gracias al trabajo de la Comisión de Identificación y el Departamento de Investigación Criminal de la República Federal de Alemania fue posible la identificación de todas las víctimas.
Hoy en día, como consecuencia del accidente, en España se prohíbe el paso por las poblaciones a vehículos que transporten materiales peligrosos.
En 1982 se determinó la responsabilidad de dos empresas acusadas de negligencia ("imprudencia temeraria") y sentenciadas al encarcelamiento por un año de sus directivos. En subsecuente acción civil, se obligó en 1982 y 1983 a las empresas "Cisternas Reunidas" y "Enpetrol" a pagar compensaciones por un total de 2,2 mil millones de pesetas (equivalentes a 138,23 millones de Euros, sin tener en cuenta la inflación).
A raíz de este accidente se crearon regulaciones más severas en relación con el transporte de materias peligrosas. Se prohibió el paso de camiones cisterna con productos peligrosos por las travesías urbanas y se les obligó a circular por las autopistas; también se mejoró la seguridad de vehículos y transportistas a través de nuevas reglamentaciones sobre transporte de mercancías peligrosas por carretera, tales como la obligatoriedad de la instalación de válvulas de alivio de presión en las cisternas que transportan determinadas sustancias, como gases licuados inflamables.
En la actualidad, el camping continúa su actividad como cualquier otro. En una de las paredes exteriores del camping se creó un mural en memoria de las víctimas, con una estrella y una inscripción por cada víctima.

la riada de biescas





































El 7 de agosto de 1996 ocurrió una trágedia en la que murieron 87 personas y 183 resultaron heridas como consecuencia de una riada sufrida por el camping Las Nieves (42°36′52″N 0°19′36″O / 42.61444, -0.32667), a un kilómetro escaso aguas abajo de Biescas, Huesca (Aragón).
El camping estaba situado sobre el cono de deyección del Torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego.
A principios del s. XX, la cuenca vertiente y el cauce del torrente de Arás habían sido objeto de una ejemplar Restauración Hidrológico-Forestal proyectada y dirigida por Ingenieros de Montes.
Los trabajaos consistieron fundamentalmente en ropoblaciones forestales en las laderas combinadas con ingeniosas técnicas de retención de suelos frente a la erosión (pequeñas empalizadas de ramillas de sauce sobre estacas de boj construídas manualmente), y en la construcción de diques de retención de sedimentos de mampostería hidráulica en los cauces.
Estos trabajos fueron enormemente exitosos. En 1996 las repoblaciones constituían ya excelentes bosques maduros, y los diques habían cumplido su función: se encontraban colmatados y su colonización por la vegetación de ribera mostraba que se había logrado la estabilización pretendida.

Suponiendo erróneamente que esta Restauración Hidrológico-Forestal y el pequeño encauzamiento escalonado existente en el cono de deyección garantizaban la seguridad, se autorizó la construcción del camping en el cono de deyección del torrente.
Sin embargo, ese fatídico día se produjo una gran tormenta en la cabecera del barranco, con precipitaciones que los técnicos sitúan en casi 100 mm en sólo 10 minutos.
Las mayores intensidades de lluvia se registraron en la cabecera del Barranco de Betés (afluente del Torrente de Arás), un pequeño arroyito que discurría entre praderías y bosques. El gran caudal de la avenida excavó un nuevo cauce de tremendas dimensiones.
Según se publicó en algunos medios, la tragedia fue agravada o causada por el embalsamiento producido por la acumulación de troncos y ramas en el puente de la carretera de Yosa de Sobremonte sobre el Torrente de Arás. Esta información es errónea, ya que:
1- El puente se sitúa en el Torrente de Arás aguas arriba de la desembocadura del Barranco de Betés, que fue el que aportó los mayores caudales.
2- La ridícula capacidad de embalsamiento del puente es despreciable frente a los caudales que circularon y las proporciones de la riada.
3- El efecto del embalsamiento pudo suponer, en todo caso, un retardo de la onda de avenida, y por tanto una contribución a su laminación. Si bien, como se ha señalado, por su ubicación y escasas proporciones los efectos fueron prácticamente despreciables frente a la riada que se produjo.
Las proporciones de la riada en el cono de deyección fueron dramáticas. Una auténtica pared de agua que bajó por el barranco cargado de troncos y rocas, para arrasar el camping sin respetar el pequeño canal que la mano del hombre le había preparado al agua. La riada se calcula en unos 500 metros cúbicos por segundo de agua cargada con 13.000 toneladas de roca y madera. Esta avenida corresponde a un periodo de retorno superior a 500 años.
Es de destacar que gracias a las re poblaciones forestales existentes, no se produjo erosión en las laderas, por lo que se redujo el aporte de caudales sólidos. El aumento de los fenómenos de intercepción e infiltración frente a los de escorrentía superficial que supuso la existencia de la masa forestal, supuso así mismo una reducción de los cuadáles líquidos.
Los diques existentes en los cauces fueron literalmente barridos por la riada. Sin embargo, contribuyeron a la laminar parcialmente la onda de avenida. Gracias a los trabajos de Restauración Hidrológico-Forestal existentes en aquel momento, la riada y sus consecuencias fueron considerablemente menores.

El periodo de retorno correspondiente a la riada fue superior a los 500 años que establece la normativa para determinar una zona como inundable.
La Restauración Hidrológico-Forestal redujo la magnitud de la riada, aunque en ningún caso debería haberse considerado una solución suficiente a los riesgos naturales de inundación, y más en un cono de deyección.
Sin embargo, el camping se ubicaba en el cono de deyección de un torrente de grandes dimensiones que en el pasado había mostrado una potentísima dinámica torrencial, como muestran las dimensiones de su cono de deyección y las estructuras geológicas originadas por la erosión (las señoritas de Arás) existentes en la cuenca. Este hecho debería haber sido motivo suficiente para que no hubiera sido ubicado allí un camping.
Por todo ello, el Ingeniero de Montes Emilio Pérez de Bujarrabal, del Gobierno de Aragón, había emitido un informe negativo[1] a la instalación del cámping.

Pedro Montserrat Recoder, el 29 de junio de 2005
Además, el científico e Ingeniero de Montes de Honor Pedro Montserrat Recoder, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC alertó en 1988 de la peligrosidad de ubicar una instalación en un cono de deyección donde se producen perturbaciones periódicas, tal como señala la presencia de un arbusto espinoso, el espino amarillo (Hippophae rhamnoides). Sus palabras sobre este escambrón de hoja plateada fueron: "allí compite con las sargas y rosales, penetrando en los conos de barrancos laterales como el de Arás que ahora se pretende urbanizar. Es mata de mal agüero, de ambiente torrencial, de rambla indómita que algún día volverá por sus fueros; quisiera ser mal profeta" (página 272 del tomo 6 de la Enciclopedia Temática Aragonesa, 1988).
En la página 211 de la misma obra advierte, refiriéndose a esta planta: "Vale la pena fijarse en ella por que le debemos la defensa de los suelos inestables, unos pedregales inhóspitos, y ha servido para recolonizar el cono de deyección en el barranco de Arás, bajo el Sobremonte, fijando lo inestable, algo que cualquier día puede volver a bajar enterrando la urbanización proyectada {se refiere al cámping}. Hay lugares peligrosos y nuestra planta cicatriza las heridas del paisaje, pero su presencia debe alertarnos"

A finales del 2005 la sala de lo contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional responsabilizó al Estado y a la Diputación General de Aragón como responsables de la tragedia, condenados a indemnizar con 11.265.987 euros a las víctimas del Camping "Las Nieves".

La trágica riada supuso la desaparición de los diques de retención de sedimentos de la primera Restauración. Sin embargo, las masas repobladas tuvieron un comportamiento excelente de protección del suelo. Así, pese a las grandes intensidades de lluvia registradas, no se produjo erosión en las laderas.
Tras la tragedia se destinaron grandes sumas a una nueva Restauración Hidrológico-Forestal del Torrente de Arás. La necesidad y oportunidad de esta actuación resulta más que dudosa, ya que las laderas estaban estabilizadas y la cubierta forestal estaba excelentemente recuperada tras la primera restauración y no había sufrido daños con la tormenta.
El camping ha cambiado su nombre y su ubicación. Actualmente se sitúa en el cono de deyección del cercano Torrente del Arratiecho.
Este torrente fue objeto de Restauración Hidrológico-Forestal a principios del s.XX, contemporáneamente al Torrente de Arás. Ambas restauraciones constituyen trabajos forestales ejemplares.

domingo, 1 de marzo de 2009

El Gobierno de Australia califica la tragedia de "matanza"
















SIDNEY, 10 Feb.





Los grandes incendios forestales que se declararon el pasado sábado en los estados de Victoria y Nueva Gales del Sur están arrasando miles de hectáreas y destruyendo cientos de hogares. Más de 210 personas han perdido la vida y hay cientos de desaparecidos mientras las autoridades movilizan a todas sus fuerzas para ayudar en las labores de rescate y extinción, aunque el primer ministro ya ha advertido de que el balance negativo no va a hacer sino empeorar.
Las altas temperaturas y la sequía han originado una serie de incendios que están arrasando los bosques de matorral del sureste del país, pero las autoridades ya dan por hecho de que algunos de los focos fueron provocados y ya están buscando a los culpables. "No hay palabras para describir esto excepto que estamos ante una matanza", dijo el primer ministro australiano, Kevin Rudd.
En el estado más afectado por el fuego, Victoria, las llamas ya han quemado más de 330.000 hectáreas de bosque bajo. Esta noche, hora local australiana, continuaban activos casi 30 incendios. Más de 700 hogares han quedado destruidos, el balance de muertos no deja de aumentar y hay cientos de personas desaparecidas.
A la vista de las cifras, estos grandes incendios forestales que asolan Australia se han convertido ya en el peor desastre natural del país en más de un siglo, por encima de los trágicos fuegos del 'Miércoles de Ceniza' que se cobraron la vida de 75 personas en 1983, y supondrán un elemento de presión sobre Rudd para que ponga en marcha una nueva política medioambiental.
Las escenas de la tragedia se repiten en todo el estado de Victoria y en algunos lugares de Nueva Gales del Sur. Mark Sweeney, comandante del Grupo de Servicios Forenses de esta región, aseguró que sus subordinados se han encontrado con escenas de una devastación "inexplicable".
"He visto informes esta mañana del equipo que está en Victoria en los que describen la escena como espantosa y entre ellos hay una insoportable sensación de desastre. Este equipo en particular estaba trabajando en Gippsland Este, donde se encontraron con muchas personas muertas, hasta 19, en un solo rastreo", explicó.
Muchas personas murieron en sus automóviles cuando trataban de huir de las llamas y otros fallecieron acurrucados en sus casas. Algunos consiguieron escapar refugiándose en piscinas o granjas. "Esto va a parecer como Hiroshima. Va a parecer una bomba nuclear. Hay animales muertos en toda la carretera", señaló un testigo a los medios locales.
Una gran mayoría de las personas que han logrado sobrevivir y están ingresadas en hospitales presentan quemaduras en más del 30 por ciento de su cuerpo y algunos tienen heridas peores que las víctimas de los atentados de Bali en 2002, afirmó un médico en un departamento de emergencias.
BÚSQUEDA DE LOS PIRÓMANOS
La Policía australiana expresó sus sospechas casi desde el comienzo de la tragedia de que algunos de los incendios habían sido provocados, por lo que hoy anunció que todas las zonas devastadas serán consideradas escenario de un crimen en caso de que se detenga a algún sospechoso.
"Nuestros expertos en incendios y nuestros propios investigadores han sugerido que la forma en que ocurrió, lo rápido que ocurrió, es una buena prueba para creer que fue provocado", indicó la oficial de Policía de Victoria Christine Nixon.
A este respecto, el primer ministro australiano, Kevin Rudd, quien hoy permanece en este estado visitando las zonas afectadas por los grandes incendios, opinó que provocar el fuego que ya ha causado la muerte de unas 170 personas y ha destruido más de 700 hogares no puede considerarse de otra manera que como un "crimen masivo".
Ayer, las autoridades ya detuvieron a un hombre de 31 años por provocar presuntamente uno de los incendios forestales que permanecen activos en el estado de Nueva Gales del Sur. El juez le ha denegado la libertad bajo fianza y estaba previsto que hoy compareciera ante el tribunal.
Rudd recordó que Australia se había llegado a acostumbrar a los desastres que afectaban a compatriotas en el extranjero, como los atentados de Bali, que causaron la muerte de más de 80 australianos, pero remarcó que ahora la tragedia ha impactado a gran escala en su propio territorio.
El ministro principal de Victoria, John Brumby, se mostró igual de pesimista a la luz de las nuevas cifras, por lo que advirtió de que la situación empeorará más antes de comenzar a mejorar por la cantidad de fuegos que no han podido ser controlados. "Se está realizando un gran esfuerzo para tenerlos bajo control", señaló.
INVESTIGACIÓN E IDENTIFICACIÓN DE VÍCTIMAS
En este sentido, el jefe de Gobierno avisó de que para finales de esta semana la cifra de muertos se habrá incrementado aún más, y también anunció la creación de una comisión de investigación que abordará de forma amplia todas las circunstancias que rodearon a las causas y los efectos de los incendios, pero también se centrará en hacer una revisión de las políticas gubernamentales contra el fuego.
Un grupo de expertos abordará de forma amplia y exhaustiva, según el Ejecutivo, todas las circunstancias que rodearon las causas y los efectos de los incendios, pero también se centrará en hacer una revisión de las políticas gubernamentales contra el fuego. "No quedará ninguna piedra por levantar", subrayó Brumby.
Además del tiempo que llevará extinguir las llamas, las autoridades ya se han preparado para el largo proceso de identificación de las víctimas. La Policía advirtió hoy de que llevará semanas identificarlas a todas. Decenas de forenses están trabajando en las zonas afectadas utilizando pruebas de ADN, informes médicos y fotografías para identificar los cadáveres.
Para echar una mano, casi 80 expertos de las fuerzas policiales de todo el territorio australiano se desplazarán al estado de Victoria para comenzar con este trabajo, para el que se ha solicitado la ayuda de los familiares que crean que han perdido a un ser querido. "Si tienen fotos, descripciones o cualquier cosa como joyería, y también si tienen informes. También si tienen una cicatriz o si les han operado alguna vez. Cualquier información es de gran ayuda", explicaron las autoridades.
En muchas comunidades, como en Marysville (Victoria), ya se puede ver a los vecinos trabajando juntos para intentar recuperar lo poco que les han dejado las llamas. Según uno de los coordinadores de la ayuda, "es un momento duro, pero se ve a toda la comunidad trabajando junta y eso es algo maravilloso".
INUNDACIONES EN EL NORTE
Y mientras el fuego devora el sur de Australia, en el norte el problema es el exceso de agua. Desde hace diez días, las lluvias torrenciales han dejado decenas de poblaciones completamente anegadas en el estado de Queensland. Un hombre ha muerto y hay otras tres personas están desaparecidas, entre ellas un niño que podría haber sido devorado por un cocodrilo.
El sesenta por ciento del territorio de Queensland ha sido declarado zona catastrófica y el Ejército ya ha empezado a distribuir alimentos entre los ciudadanos afectados que lo han perdido todo por las inundaciones.
Esta tarde (hora local australiana) ha sido encontrado el cadáver de un hombre de 34 años en el norte del estado. Al parecer, su coche fue arrastrado por las aguas, según informa la emisora local ABC News.
Además, las autoridades de Queensland buscan a un niño de cinco años, del que se teme que podría haber fallecido al haber sido atacado el pasado sábado por un cocodrilo que llegó hasta el jardín de su casa por la crecida de las aguas del río Daintree.