sábado, 4 de abril de 2009

El Gran Incendio de Chicago ( 1871 )
















El Chicago de 1871 era una ciudad edificada básicamente en madera, con edificios de hasta 6 alturas construidos íntegramente en este material, e incluso muchas calles pavimentadas con bloques de madera para facilitar la circulación en una metrópoli que crecía rápidamente. Cuenta la historia que pocos minutos después de las 9 de la noche del 8 de octubre de 1871, una vaca de un establo situado en el 137 de Dekoven Street dejó caer una lámpara de queroseno dentro del establecimiento. La pequeña chispa que provocó pronto se expandió avivada por el viento. Desde el principio, los bomberos lucharon contra el fuego en un combate desigual, pues el viento contribuyó en avivar las llamas durante dos días interminables, en los que las construcciones de madera se pasaban la antorcha de la destrucción unas a otras. Ya desde la primera noche, el viento había transportado tizones encendidos hacia el otro lado del río, asolando las llamas al mismo centro de la ciudad y a sus principales edificios. Uno a uno fueron cayendo edificios federales, hoteles, la Corte de Justicia y muchísimos edificios de viviendas. Para el 10 de octubre, el fuego había destruido 6,5 km² del centro de la ciudad, provocado casi 300 muertos y dejado sin hogar a más de 100.000 personas. Más de 17.000 edificios fueron destruidos, estimándose una pérdida superior a los 200 millones de dólares. La ciudad quedó terriblemente golpeada, aunque decidida a seguir adelante. El desastre supuso la transformación de Chicago, originando un movimiento de arquitectos dispuestos a diseñar una nueva ciudad más grande, segura y lujosa. Surgieron así nuevas ideas en la construcción basadas principalmente en el acero, convirtiendo a la Escuela de Chicago en un icono en la arquitectura moderna.

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