jueves, 12 de febrero de 2009

Accidente del Challenger







El transbordador espacial Challenger (designación NASA: OV-099) fue el segundo orbiter del programa del transbordador espacial en entrar en servicio. Su primer vuelo se realizó el 4 de abril de 1983, y completó nueve misiones antes de desintegrarse a los 73 segundos de su lanzamiento en su décima misión, el 28 de enero de 1986, causando la muerte a sus siete tripulantes. El Challenger fue reemplazado por el transbordador espacial Endeavour que voló por primera vez en 1992, seis años después del accidente.



El nombre de Challenger proviene del HMS Challenger, una corbeta británica que llevó a cabo una expedición de investigación marina global en los años 1870.



El Challenger fue construido a partir de la estructura STA-099, utilizada en principio para una prueba. El STA-099 no estaba diseñado para el vuelo espacial, pero la NASA consideró que el reciclaje sería menos caro que reequipar el transbordador de pruebas Enterprise (OV-101) para vuelo espacial, como estaba planeado originalmente.
El Challenger, y los orbitadores construidos después de éste, tenía menos losetas en su sistema de protección térmica que el Columbia. La mayoría de las losetas en las puertas de carga, la superficie superior de las alas y la parte trasera del fuselaje fueron reemplazadas por un aislamiento de nomex blanco de DuPont. Esta modificación permitía al transbordador llevar 1.130 kg más de carga útil que el Columbia. El Challenger también fue el primer orbitador en llevar un sistema de pantallas HUD similares a los que se utilizan en aviones militares y civiles modernos. Este sistema eliminaba la necesidad de mirar al panel de instrumentos durante el descenso y permitía a la tripulación concentrarse más en el vuelo.



Accidente del Challenger :



El Challenger fue destruido a los 73 s del lanzamiento de la misión STS-51-L, la décima misión del orbitador, el 28 de enero de 1986, cuando un anillo O de su cohete impulsor (SRB) derecho falló en su función de estanqueidad. En el momento del despegue, el impulsor derecho deja escapar un humo negro por nueve veces en un periódo de 2,5 s y se detiene cuando la nave se impulsa. Al momento de la ignición el transbordador cabecea 1 m de lado a lado antes de impulsarse, con cada cabeceo escapa el humo negro. El combustible para cohetes estaba enriquecido con viruta de aluminio que le proporcionaba un mayor poder de empuje, probablemente la escoria de aluminio selló momentáneamente la fisura del anillo O de impulsor derecho retrasando la catástrofe que debiera haber desatado la tragedia en el mismo momento del despegue.
Los anillos O fallaron debido principalmente a la sobrecompresión repetida durante el montaje y que las bajas temperatura agravaron aún más. Esta anomalía fue advertida por los ingenieros de Morton Thiokol, los fabricantes de las partes del impulsor, se advirtió a la Nasa, pero por razones de presión de parte de la misma Nasa los ingenieros de Morton Thiokol cedieron y autorizaron el despegue.
A los 58 s, el transbordador pasó a momento Q (inestabilidad) cuando cruzó por una corriente de viento a chorro poderosa, esto abrió nuevamente el anillo O y el probable sello de escoría salió expulsado y una llama como de soplete escapó hacia el cuerpo principal.
Esta fuga permitió que una columna de fuego se escapase del SRB y quemase el tanque de combustible externo (ET). El hidrógeno líquido del tanque externo derramado comenzó a arder, cortando las abrazaderas que mantenían al SRB. El SRB se balanceó y golpeó el ala derecha del Challenger. Esto causó que el montaje completo virase bruscamente y el Transbordador quedó expuesto a fuerzas aerodinámicas incontroladas.
El transbordador entonces se vio envuelto en una gigantesca bola de fuego a los 73 s del despegue, desintegrándose casi en su totalidad, emergiendo la cabina intacta de la conflagración.
Los 7 tripulantes fallecieron al impactar la cabina de la nave contra el océano, tras una larga caída de casi tres minutos. Las circunstancias finales de su muerte se desconocen, la comision investigadora del accidente 2 determino como ¨poco probable¨, el hecho de que alguno de ellos estuviese consciente al momento del impacto, aunque posteriormente salieron a la luz publica evidencias de que al menos cuatro de los miembros de la tripulación pudieron activar sus sistemas auxiliares de suministro de oxígeno, y que intentaron socorrerse mutuamente.
La cabina fue la única sección de la nave que logró sobrevir a la terrible destrucción de la explosión, pero no pudo soportar el impacto final contra el océano, desintegrándose junto con sus ocupantes. Se determinó que la tragedia sobrevino debido a una filtración de gases provenientes de un anillo defectuoso del cohete de propulsión sólida derecho. El módulo de la cabina cayó desde una altura de 15.240 metros, produciéndose así el fatal desenlace.
Los astronautas no disponían de paracaídas o equipo de eyección, tampoco tenían un entrenamiento especifico para un caso como ese, circunstancias que originaron fuertes criticas a la NASA.
La NASA había estimado las probabilidades de un accidente catastrófico durante el lanzamiento (el momento más peligroso del vuelo espacial) en una proporción de 1 a 438.
Este accidente, el más impactante del Programa del Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como agencia espacial y la propuesta de la participación de civiles, promulgada por Ronald Reagan y concretada con la maestra de primaria Christa McAuliffe echó por tierra todas las estructuras administrativas y de seguridad. La NASA suspendió temporalmente sus vuelos espaciales hasta 1988.
Una investigación posterior concluyó una serie de errores cometidos:
La aplicación de baja calidad de los sellos SBR (estireno-butadieno).
Las temperaturas inusualmente bajas.
La sobrecompresión repetida de los anillos O durante el montaje.
La falta de inspección de Control de Calidad por parte de Morton Thiokol.
La falta de sistemas de verificaciòn por parte de la Nasa.
Subestimación de los ingenieros de Tyco acerca de la posibilidad de accidente.
Falta de férrea voluntad de la Junta Revisora de Tyco por detener el despegue.
Falta de un sistema de emergencia de aborto de despegue cuando ocurren descompresiones o anomalías.
Falta de un plan de emergencia cuando el transbordador corre peligro al momento del despegue.
Todos estos factores se encadenaron uno a uno y fueron las causantes del desastre

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