jueves, 12 de febrero de 2009

La catástrofe del Kursk, 12/08/00 -






















Sábado 12/08/00 – El submarino clase OSCAR II denominado Kursk, participa en unas maniobras, junto con el resto de la Flota del Norte rusa, en aguas del Mar de Barents. Durante un momento de las mismas, el capitán de primer rango del buque, Gennady Lachkov, informa su intención de lanzar un torpedo como parte de los ejercicios de las maniobras en que participan. A bordo se encuentran 118 marineros.Los buques participantes en las maniobras, detectan una explosión submarina. Dos minutos y quince segundos después, detectan otra mucho más fuerte que la primera. Esta última es detectada por los sismólogos del Centro de Sismología Nacional de Noruega.
Imagen del Kursk en su base naval de Severodvinsk, a orillas del Mar Blanco.
Domingo 13/08/00 – Se inician batidas de búsqueda por parte de los navíos de la Armada rusa pero sin anunciarse de forma oficial la pérdida del submarino.
Lunes 14/08/00 – Se da a conocer a la opinión pública que un submarino sufrió un accidente durante las maniobras del fin de semana, concretamente el domingo. Las fuentes oficiales aseguran que en todo momento los barcos de superficie mantienen contacto por radio con los tripulantes y que han conectado al submarino líneas de aire y electricidad. Se promete un rápido rescate de la tripulación atrapada.
Los familiares de los marineros atrapados se enteran por los medios del accidente que han sufrido sus familiares. Al parecer, y según informa un almirante de la Armada rusa, los tripulantes atrapados, golpean el casco del submarino pidiendo ayuda en Morse.
Las autoridades de Noruega, Reino Unido y EE.UU. se ofrecen para ayudar en el rescate. Se rechaza la ayuda.
Martes 15/08/00 - Se informa de más golpes en el casco y que el primer intento de rescate con cápsulas submarinas falló debido al mal tiempo.
Miércoles 16/08/00 – Diversas contradicciones en la información de proporcionada por los altos mandos de la Armada rusa, hacen temer el hecho de que toda la tripulación ha fallecido. Desde Moscú se acepta la ayuda internacional ante la imposibilidad de llevar a cabo con sus propios medios un rescate fiable: solicitan a Noruega y Gran Bretaña el desplazamiento de buzos especializados en este tipo de trabajos a gran profundidad y submarinos de apoyo.
Vladimir Putin, presidente del Gobierno ruso, mantiene sus vacaciones estivales a pesar de lo creciente de la tragedia y de que arrecian las críticas hacia su gobierno.






Jueves 17/08/00 – Zarpan a la zona una serie de navíos de rescate rusos, mientras que una comisión del gobierno ruso insiste en que el Kursk debió colisionar con algún objeto desconocido, provocando el accidente.Las familias de los marineros atrapados llegan a Vidiaevo, lugar en que están basados la gran mayoría de oficiales de la flota de submarinos. Se les aloja en espera de acontencimientos.
Viernes 18/08/00 – Un batiscafo de la escuadra de rescate trata de acoplarse a la escotilla del submarino, que está a una profundidad de 108 metros y con una escora sobre la horizontal de unos 60 grados. El acople es imposible debido a las malas condiciones del submarino.
Sábado 19/08/00 – Todos los intentos de acoplamiento fracasan. La Armada rusa da por fallecidos a toda la tripulación.Los equipos de rescate internacionales llegan a la zona a bordo de los navíos Normamd Pionner y Seaway Eagle.Lunes 21/08/00 – Buzos noruegos consiguen abrir la escotilla de escape de popa y son rescatados los cuerpos de 12 marineros. La marina rusa pide perdón a las familias por no haber podido salvar a sus esposos, novios e hijos.Martes 22/08/00 - El presidente ruso se entrevista con los familiares en medio de una crisis política generada por su lenta respuesta. Promete a los familiares la recuperación de la nave y de los cuerpos.
Las teorías del desastre.Tras el accidente, se barajaron diversas hipótesis sobre lo que pudo haber sucedido:Colisión con un submarino de la OTAN: en principio, eran los rusos quienes achacaban a este motivo el accidente que provocó el hundimiento del submarino. Es frecuente que los submarinos de la OTAN se infiltren en las zonas de manobra rusas para seguir de cerca los acontecimientos que se desarrollan en ellas, a fin de obtener información para la inteligencia naval. El hecho de que el gobierno estadounidense ni afirmara ni negara tal extremo no hizo más que dar fuerza a esta hipótesis.Sin embargo, y a pesar de que este tipo de accidentes por culpa de “intrusos” no son extraños, se debe tener en cuenta que el Kursk era un submarino de doble casco, preparado para soportar impactos muy duros, algo que en el momento del accidente no era característica de ningún submarino de la OTAN, con lo que en caso de colisión, el peor parado habría sido este hipotético submarino infiltrado, algo de lo que nunca se ha tenido constancia.
Colisión con una mina de la II Guerra Mundial: una de las teorías más descabelladas, ya que las posibilidades de que una mina de este conflicto permaneciera activa y en esa zona son prácticamente remotas.






Abatido por un torpedo procedente del crucero Pedro el Grande: esta es una de las teorías que no se barajaron nunca como imposible, si bien no existe registro de que desde el crucero en cuestión se lanzara ningún torpedo o carga de profundidad. Ahora bien, hay que tener en cuenta que jamás sería reconocido por las autoridades rusas tal extremo, de haber sido cierto y se habría tratado de evitar a toda costa que la noticia se filtrara.
Colisión con un buque de superficie: tal y como se ha comentado anteriormente, el Kursk tenía doble casco, y existe un ejemplo en que un submarino monocasco colisionó de forma directa con un buque, que acabó por hundirse. Fue el famoso encontronazo que tuvo en 2001 el submarino norteamericano USS Greeville con el pesquero japonés Ehime Maru, cuando se permitió a un miembro del Congreso de los EE.UU. que viajaba en el citado submarino, que dirigiera una maniobra de evasión a superficie. El submarino americano únicamente tuvo serios desperfectos, pero no se fue a pique.
Descenso demasiado brusco para evitar una colisión: no parece probable dicha maniobra, ya que las aguas en las que se encontraba el submarino eran calmas y sin mucha más profundidad de la que se hundió. Además, seguramente el impacto contra el fondo no provocaría daños suficientes a submarinos de la clase OSCAR II.
Explosión de uno de sus propios torpedos: esta ha sido siempre la teoría más probable barajada por la mayoría de los expertos y analistas, quienes apuntan al posible fallo de la batería de un torpedo o a la explosión de su combustible, motivo que provocó la segunda y mayor explosión dentro del submarino.
Una publicación americana hacía referencia a la posibilidad de que el Kursk se hallase probando una nueva arma, experimental un torpedo supercavitante.La oposición inicial de aceptar la explosión de un torpedo como causa, unido a la decisión de dejar la proa en el fondo del mar vinieron a reforzar las opiniones de los analistas, quienes pensaron que jamás habría una postura oficial. Finalmente en el mes de junio de 2002 esta teoría pasa a ser la versión oficial de lo sucedido y sorprendentemente los rusos reconocieron como error humano la causa final de la tragedia.






Pero, ¿existía alguna posibilidad, algún medio por el que pudieran escapar de esa trampa de acero los marinos del Kursk que quedaron atrapados en las cámaras estancas de popa?. Los profesionales del submarinismo, así como cualquiera que deseara averiguarlo, conocerá de la existencia de trajes de rescate específicos para trabajos a grandes profundidades. De hecho, se realizan pruebas a profundidades similares a la que reposaba el submarino y todas son exitosas.
Idealización del estado en que encontraron los primeros equipos de rescate al Kursk en el fondo marino (lámina de Dennis Andrews - Russian submarine Kursk). Ahora bien, existe un pero. Desde el desmembramiento de la URSS, el ejército ruso en general, se encuentra en una precaria situación económica. El coste, por traje de rescate, ronda los 3000 euros y no son reutilizables, con lo que esa posibilidad fue desechada, tal y como expresó el capitán (hasta 1985) de la Flota del Norte de la Armada rusa, Alexander Nikitin, que además hizo constar a la prensa que el presupuesto destinado al mantenimiento de los submarinos únicamente cubre el 10% de las necesidades reales de los mismos. De este modo, una de las posibilidades que hubieran servido como vía de escape para los marinos, se desvanece por motivos económicos.
Otra versión a cerca de si existía la posibilidad de escapar, apunta a que los marineros no hubieran podido salir del submarino porque la escotilla de popa no podía abrirse. Sin embargo esa afirmación fue rebatida de forma fulminante, ya que los buceadores noruegos destinados al rescate la abrieron de forma casi instantánea, una vez llegaron al submarino.
Desde medios navales rusos también se sugirió que quizás la falta de oficiales superiores, que hubieran dado la orden de abandonar el submarino, provocó que los supervivientes agotaran cualquier posibilidad de escapar más allá de lo razonable…
Seguramente, si Moscú desde un principio y viéndose sobrepasada por el alcance de la catástrofe, hubiese pedido ayuda, en estos momentos estaríamos ante nada más que un accidente sin víctimas e incluso contaríamos con las experiencias vividas por los supervivientes e incluso alguna superproducción cinematográfica al respecto. Sin embargo esto no fue así y sólo podemos narrar cómo fue la operación de rescate de los restos del submarino.
La operación de rescate.La operación que sirvió para reflotar y recuperar el Kursk no ha tenido ningún precedente histórico, debido a su magnitud. El coste total de la operación fue de unos 130 millones de dólares y sin ningún género de dudas no estuvo motivada por motivos sentimentales, sino por la necesidad de recuperar los misiles Granit que llevaba el Kursk. Pero, ¿qué tienen de importante estos misiles para que se decida realizar la mayor y más costosa operación de rescate de un navío hundido?.
Detalle de como se izó el submarino hasta la barcaza Giant 4, una vez seccionada la proa.
Al parecer, según el contructor general de la empresa que fabrica dichos misiles, Guerbert Efrémov, los misiles crucero anti-navío “Granit-SS-N-19”, no tienen análogos en el mundo. Este misil es infalible, según las propias declaraciones de Efrémov, ya que una vez lanzado, es imposible que el barco enemigo quede intacto. Su alcance es de 500 kilómetros, pesa siete toneladas, su longitud es de 10 metros y alcanza una velocidad de 2.800 kilómetros por hora. El misil es, además, capaz de llevar cabezas nucleares y convencionales.Además, son joyas tecnológicas, ya que los sistemas electrónicos más modernos de desvío de misiles, son incapaces de cambiar su rumbo. Posee un “intelecto artificial” que le permite elegir el objetivo. Hasta es capaz de distinguir entre los barcos y fijar el objetivo más importante para impactar directamente contra él, sin margen de error. Tiene también capacidad para burlar cualquier artefacto anti-aéreo. Si varios misiles son disparados al mismo tiempo, cada uno encuentra su víctima: un Granit es capaz de destruir por completo, y en unos segundos, un portaaviones con decenas de aviones a bordo y miles de tripulantes. Y puede ser lanzado a cualquier profundidad bajo el mar.Así pues, la operación fue encargada a la empresa holandesa Mammoet, quien envió al lugar una barcaza grúa, Giant 4, de 5500 toneladas y 153 metros de eslora. La operación se desarrolló en dos fases sucesivas:
- se realizó un corte de la sección de proa del Kursk, de 25 metros de diámetro, se separó del resto del casco y se depositó en el fondo marino.
- los buceadores de la empresa Mammoet iniciaron la fijación al casco del Kursk de 26 cables sujetos por clavijas especiales, fijadas al submarino a través de la estructura del mismo casco. El objetivo era izar el submarino a superficie, trabajo que recaía en la barcaza Giant 4.
El laborioso trabajo de los buceadores radicaba no solo en agujerear el casco y colocar las enormes clavijas, sino que además erigieron una enorme sierra para seccionar la proa. Se anclaron al fondo marino dos torres hidráulicas unidas por una cadena de dientes de acero que movida adelante y atrás serró el casco y separó su proa. Sería esta sierra la que más retrasos añadió a la operación.
Uno de los miembros del equipo de submarinistas noruegos accediendo a la escotilla de popa del submarino.
En el ascenso que le llevaría del fondo del mar a la barcaza, el peso del submarino reposaría en la fuerza estructural de su casco, lo que alarmó a los analistas que opinaban que probablemente este habría sufrido daños y podría quebrarse durante la elevación. El peligro era muy alto, pues si el circuito de los reactores nucleares se rompía, vertería al mar su contenido radioactivo a lo que se unía la siempre presente amenaza de las armas que contenía el submarino y su posible detonación.
Finalmente cuando todos los cables estuvieron anclados y la proa fue seccionada, el Kursk fue elevado hasta la barcaza sin que en ningún momento rompiese la superficie: era el 8 de octubre de 2001, fecha que distaba de la deseada 15 de septiembre y que hizo temer que se detuviese la operación durante otro año más, debido a la llegada del mal tiempo.
Anclado firmemente al Giant 4, fue trasladado a un dique seco en Murmansk, donde se analiza aún a día de hoy. La operación fue un éxito total

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